Que alguien ocupe un ministerio sobre Políticas de Drogas y Alcohol dice mucho, no sólo del país que alberga dicha dependencia, sino también de la persona que ostenta el cargo. Ocurre en Escocia, enclave civilizado sólo a ratos, y la persona en cuestión atiende por Christina McKelvie. Vaya por delante que la envidio por tener un puestazo tan manifiestamente inútil. La señora ministra, quizá por aquello de que no nos vayamos a creer que los políticos de fuera son menos mastuerzos que los de aquí, ha obtenido sus quince minutos de gloria al solicitar la clausura de la web de la Federació Balear de Balconing, conocida por establecer una clasificación por países de quienes dedican sus vacaciones en Ses Illes a esa actividad tan intelectual. Hay que señalar que, como en otros muchos baremos que reflejan la estupidez humana, Gran Bretaña ocupa la primera posición en la tabla. Ojo, que España es tercera, porque allá donde se premia la ceporrez tenemos un lugar destacado. Ojalá tuviéramos la dignidad suficiente como para rechazar el turismo de vomitona, por ejemplo con deportaciones en los puestos fronterizos según la edad y nacionalidad de los visitantes, pero mientras eso ocurre, lo que podría hacer la ministra es ahorrarnos la visita de tamaños verracos, más que nada por si a alguno de ellos, por mala suerte, le da por caerse encima de una persona normal. Hay en el balconing un loable ejercicio de selección natural, por lo que lo ideal sería fomentarlo, pero eso sí, cada cual en su país, pues en todos hay edificios altos y mucho suelo. Que luego hay que limpiar las manchas y tal. Señalar a quien, con notables dosis de sarcasmo, pone el foco sobre ese monumental ejercicio de estupidez, en lugar de a quienes la cometen, es propio de mentes muy obtusas. Por ejemplo, la de cierta ministra escocesa.