DUE OCCHI DIABOLICI/TWO EVIL EYES. 1990. 119´. Color.
HISTORIA Nº1 : The facts in the case of Mr. Valdemar. Dirección: George A. Romero; Guión: George A. Romero, basado en el relato de Edgar Allan Poe; Dirección de fotografía: Peter Reniers; Montaje: Pasquale Buba; Diseño de producción: Cletus Anderson; Música: Pino Donaggio; Producción: Achille Manzotti, para ADC Films-Gruppo Bema-Heron Communications (Italia-EE.UU.).
Intérpretes: Adrienne Barbeau (Jessica Valdemar); Ramy Zada (Dr. Robert Hoffman); Bingo O´Malley (Ernest Valdemar); E.G. Marshall (Mr. Pike); Jeff Howell, Tom Atkins, Cristine Forrest.
Sinopsis: Con la ayuda de su amante, psicólogo e hipnotista, la esposa de un millonario gravemente enfermo intenta hacerse con el control de sus bienes.
HISTORIA Nº2 : The black cat. Dirección: Dario Argento; Guión: Franco Ferrini y Dario Argento, basado en el relato de Edgar Allan Poe; Dirección de fotografía: Giuseppe Maccari; Montaje: Pasquale Buba; Diseño de producción: Cletus Anderson; Música: Pino Donaggio; Producción: Achille Manzotti, para ADC Films-Gruppo Bema-Heron Communications (Italia-EE.UU.).
Intérpretes: Harvey Keitel (Roderick Usher); Madeleine Potter (Annabel); John Amos (Detective Legrand); Sally Kirkland (Eleonora); Martin Balsam (Mr. Pym); Kim Hunter (Mrs. Pym); Holter Graham (Christian); James G. MacDonald, Julie Benz, Jeff Monahan, Tom Savini.
Sinopsis: Un fotógrafo especializado en crímenes y adicto al alcohol no soporta al gato que su pareja, una violinista, ha adoptado.
Varios años después de haber colaborado en el guión de Zombi, y en un momento en que sus respectivas carreras pasaban por un momento más bien discreto, George A. Romero y Dario Argento volvieron a unir fuerzas en Los ojos del diablo, díptico de terror en el que cada uno de ellos adaptó un relato de Edgar Allan Poe. El film, de producción italiana pero rodado en los Estados Unidos y en lengua inglesa, no sirvió para acallar a quienes afirmaban que la creatividad de los dos directores no estaba en su mejor momento y tuvo una acogida discreta, pese a contener escenas que poco tienen que envidiar a cintas terroríficas de los 80 de mayor impacto comercial.
Los ojos del diablo supone, en su concepto, un regreso a los años 60, época en la que más de moda estuvieron las películas de episodios y en la que, bajo el sello de Roger Corman, se realizaron las adaptaciones cinematográficas más recordadas de los relatos fantásticos de Edgar Allan Poe, autor a quien la película homenajea en el prólogo antes de adentrarse en la primera de las historias, La verdad sobre el caso del señor Valdemar, a cargo de George A. Romero. El visionado de este mediometraje no ha hecho modificar mi opinión acerca del director neoyorquino, a quien considero un cineasta de talento limitado, que tuvo el gran acierto de resucitar el subgénero zombi con un film meritorio pero no tan bueno como se dice, y que cuando más cerca ha estado de hacer una gran película fue precisamente en el film en que colaboró con Argento. No es que el sketch de Romero, en el que, cómo no, la resurrección de los muertos tiene una presencia importante, sea malo, pero se echa en falta en él una mayor inspiración. Era evidente que esta película iba a ser comparada desde el primer minuto con Historias de terror, pues no en vano en ella se adaptan dos de los tres relatos que el trío Corman/Matheson/Price se encargó de trasladar a la gran pantalla un cuarto de siglo antes. Pues bien, más allá de enmarcar la acción en la época contemporánea y de introducir una crítica a la codicia, tan presente en la Norteamérica de los 80, la versión de Romero no aporta muchas novedades, y carece de la gracia que sí tenía el mediometraje de la factoría Corman. Todo se antoja rutinario, por momentos telefilmesco, y aunque el desarrollo no llegue a aburrir, sí peca de previsible. Romero con el piloto automático, podría decirse. Como puntos a destacar, el maquillaje y los efectos visuales, amén de la intervención de un E.G. Marshall un tanto desprovechado. La interpretación de Adrienne Barbeau, actriz siempre vinculada al cine de terror, es bastante correcta, mientras que el televisivo Ramy Zada parece empeñado en demostrar en cada escena que es un actor del montón al que el papel del médico e hipnotista Hoffman le viene grande. Tampoco es que la música de Pino Donaggio contribuya a realzar un episodio simplemente pasable.
Dario Argento mejora la aportación de su compañero. Le beneficia que el relato que le tocó adaptar, El gato negro, es uno de los favoritos de los fanáticos de Poe. A lo largo de todo el episodio, el cineasta italiano introduce un sinfín de referencias, más o menos obvias, a otros trabajos del escritor, que van desde los nombres de los personajes a esa macabra introducción que rinde tributo a El pozo y el péndulo. Argento remarca un aspecto que estaba tangencialmente presente en el relato original, en el que se incide en el alcoholismo del protagonista como causa de su crueldad y su desgracia. Sin restar relevancia a este punto, el hecho de convertir al personaje principal en un fotógrafo especializado en crímenes, algo así como una versión demente de Weegee, Argento introduce un tema de gran significado en la actualidad: cómo el continuo visionado de la violencia insensibiliza al individuo respecto a la misma. Más allá de eso, este episodio no desmerece al rodado por Corman, su final es tan impactante como cabría esperar, y tiene el tono macabro que ya emana el relato de Poe, y que la partitura de Donaggio, esta vez sí, logra acentuar. El reparto es también de campanillas, con un Harvey Keitel que, por mucho que se hallara en un período bastante irregular de su carrera, se muestra muy convincente en la piel de ese artista de lo macabro al que el alcohol transforma en un sujeto abominable. Madeleine Potter, actriz de trayectoria intermitente, no desentona como violinista sensible y victimizada por su amante, mientras que John Amos aporta presencia como eficaz oficial de policía. Sally Kirkland, toda una estajanovista de la interpretación, brilla como inquietante camarera, y la pareja que forman dos ilustres veteranos como Martin Balsam y Kim Hunter introduce un punto entrañable en una historia que, por lo demás, es muy truculenta.
Los ojos del diablo ofrece un episodio correcto y otro notable. Edgar Allan Poe es uno de los escritores más adaptados por el cine, y quizá esta película no figure entre las más imprescindibles de cuantas se basan en su obra, pero en su globalidad es un producto entretenido y más que digno, con sus momentos de brillantez.