THE PURGE. 2013. 83´. Color.
Dirección: James DeMonaco; Guión: James DeMonaco; Dirección de fotografía: Jacques Jouffret; Montaje: Peter Gvozdas; Música: Nathan Whitehead; Diseño de producción: Melanie Paizis-Jones; Dirección artística: Nick Plotquin; Producción: Jason Blum, Michael Bay, Brad Fuller, Sébastien K. Lemercier y Andrew Form, para Platinum Dunes-Blumhouse-Why Not Productions-Universal Pictures- (EE.UU.-).
Intérpretes: Ethan Hawke (James Sandin); Lena Headey (Mary Sandin); Max Burkholder (Charlie Sandin); Adelaide Kane (Zoey Sandin); Edwin Hodge (Vagabundo); Rhys Wakefield (Jefe de la Purga); Tony Oller (Henry); Arija Bareikis (Grace Ferrin); Tom Yi (Mr. Cali); Chris Mulkey (Mr. Halverson); Tisha French, Dana Bunch, Peter Gvozdas, Kurt Finney, John Weselcouch.
Sinopsis: Una vez al año, se celebra La Purga, evento en el que, durante una noche, cualquier delito queda impune, incluyendo el asesinato.
El paso a la dirección le trajo la fama a James DeMonaco gracias a su segundo largometraje, The Purge: La noche de las bestias, fábula sociopolítica disfrazada de film de ciencia-ficción que, si bien no gozó en general de críticas demasiado favorables, sí obtuvo unos excelentes resultados de taquilla, hasta el punto de que el film se convirtió en el inicio de una exitosa franquicia que continúa dando buenos réditos a sus artífices. La película tiene algunos defectos, y más de una trampa, pero posee el ritmo, la tensión y el contenido suficientes para que no quepa considerar su éxito como el producto de uno de esos globos hinchados artificialmente, tras los que cuesta encontrar mérito alguno, tan propios de nuestra época.
Se parte, y acerca de esto no albergo demasiadas dudas, de una premisa harto atractiva: después de una crisis de dimensiones formidables, la catarsis colectiva en los Estados Unidos adquiere tintes de refundación, y los nuevos responsables del país deciden que, para facilitar que todo el mundo pueda aplacar toda la ira que lleva en su interior, lo mejor es guardar, por una noche, la legislación penal en un baúl cerrado con llave. Esa noche recibe el nombre de La Purga, y como el resultado, después de varios años de aplicación de la medida, es una situación económica envidiable y un desempleo casi inexistente, buena parte de los ciudadanos están de acuerdo con ese retorno al salvajismo temporal y, en un aspecto importante, controlado, porque los funcionarios de alto nivel son intocables. Entre quienes apoyan La Purga están los Sandin, un matrimonio de mediana edad con dos hijos adolescentes. Ellos tienen razones adicionales para respaldar esa medida gubernativa, porque la envidiada posición económica de la familia se debe a que James, el marido, vende sistemas de seguridad que permiten a quienes gozan de buen nivel económico resguardarse en sus domicilios y quedar protegidos de la barbarie colectiva. Sin embargo, a los Sandin les espera una noche difícil, porque el novio de su hija se ha colado en su (en apariencia invulnerable) casa para intentar resolver eso de que su proyecto de suegro no quiera verle ni en pintura, y el vástago varón de la familia permite acceder al domicilio a un vagabundo que huye de un más que previsible linchamiento. En La Purga no se admite la piedad, y un grupo de jóvenes ricachones se encarga de que los Sandin reciban bien claro el mensaje.
The Purge: La noche de las bestias es breve, concisa y francamente entretenida. James DeMonaco, aunque se permite algunos giros de discutible coherencia, demuestra ser mejor guionista que director, porque su desempeño en lo visual es más bien poco imaginativo, por mucho que la enorme tensión de las escenas contribuya en buena manera a que el espectador no repare demasiado en ello. Efectismo, montaje sincopado y una forma de reflejar la oscuridad muy de serie televisiva de alto standing están ahí. En el fondo, se sigue el esquema de Río Bravo, con un grupo de personas defendiendo un reducto de civilización frente a la barbarie que viene del exterior. DeMonaco abusa sobremanera de los planos cortos, convirtiendo muchas veces a la cámara más en intrusa que en testigo. El aprovechamiento de las posibilidades escénicas de un único espacio, y para más inri en la oscuridad, es potable, pero sin llegar a los niveles de un Shyamalan inspirado, o del Jordan Peele de su ópera prima. Lo que sí hay es un tratamiento de la violencia muy logrado, que permite ver cómo evolucionan los personajes a remolque de las circunstancias, sin recrearse en la sangre por la sangre. Algún giro de guión es rebuscado, cuando no directamente tramposo (la reaparición del vagabundo cuando más se le necesita), y el mensaje social (que, en el fondo, La Purga no deja de ser una versión posmoderna, y dramáticamente seria, del tiro al pobre que décadas atrás incluyera Mel Brooks en una de sus mejores obras) está trazado con brocha gorda pero, pese a todo lo expuesto, el conjunto funciona muy bien porque DeMonaco sale airoso en lo fundamental: retratar la angustia de quienes se creían a salvo del caos y se ven metidos en él hasta el cuello. Eso, y la práctica ausencia de tiempos muertos, hacen que The Purge: La noche de las bestias justifique, no sólo el visionado, sino buena parte de la fama adquirida en unos tiempos en los que el cine del terror suele deambular por senderos ya muy trillados. Ayuda también la oscura banda sonora de Nathan Whitehead, que acierta con un tono más frío que el que imprime el director a la puesta en escena. No quisiera olvidarme de un detalle: el hecho de que quienes sean capaces de piedad sean los adolescentes me parece más una concesión al público potencial de la película que algo basado en un conocimiento psicológico profundo de la más maniquea de todas las edades del ser humano.
Ethan Hawke, que ya había estado en el debut cinematográfico de James DeMonaco, se pone en la piel de un hombre que cree en el sistema por convicción y por provecho, pero se ve metido de lleno en la más salvaje de sus incongruencias. Lo de regresar a Río Bravo ya lo conocía bien Hawke, que por algo intervino en el remake de Asalto a la comisaría del distrito 13, y lo cierto es que este notable actor ofrece la mejor interpretación de la película, siendo su gestualidad clave para que su perseonaje sea el más verosímil de todos. Lena Headey, mejor a la hora de actuar que a la de escoger proyectos, acertó esta vez y supo dar lustre a un personaje que se escapa del rol de víctima que suele adoptar su sexo en el terror. En cuanto a la muchachada, ni Max Burkholder ni, sobre todo, Adelaide Kane, consiguen lucir en exceso. Edwin Hodge está correcto, Rhys Wakefield algo pasado de vueltas y Chris Mulkey, bastante desaprovechado.
Al margen de sugerir que La Purga se celebre alguna vez en Barcelona y alrededores, en una versión que alcance todos los barrios y clases sociales, creo que The Purge: La noche de las bestias es, en sus mejores momentos, una notable obra de terror que quizá no extraiga todas las posibilidades de su ocurrente punto de partida, pero sí se sitúa en un buen lugar dentro de los films del género que un servidor haya visto en la última década.