No se puede negar que a Susana Díaz le ha salido muy bien su arriesgada apuesta de adelantar las elecciones andaluzas. La candidata socialista ha aprovechado el hundimiento del Partido Popular, que se deja en el envite un tercio de sus escaños, y evitado que los casos de corrupción y los efectos de la crisis socaven el apoyo electoral a su partido. Queda claro que al PP se le tienen ganas (cosa perfectamente entendible) y que, cuando un gobierno autonómico es de signo político distinto al central, parapetarse tras los despropósitos que éste comete día sí y día también contribuye a no dar cuentas, como mínimo en clave electoral, de los errores propios.
Del resto del mapa político, destacar la espectacular irrupción en el mapa político andaluz de Podemos, que se estrena con casi 600.000 votos y 15 diputados. Que el apoyo a este partido no haya sido finalmente el que pronosticaban las encuestas obedece a diversos factores: que el adelanto electoral ha pillado a esta fuerza política más con el pie cambiado que a otras, que Andalucía es una de las pocas plazas en las que el PSOE conserva buena parte de sus antiguos apoyos, y que el perfil de la candidata del partido, Teresa Rodríguez, queda lejos de la transversalidad, requisito imprescindible cuando el objetivo es hacer saltar la banca. En clave progresista, la mala noticia es que el auge de Podemos ha sido, en buena parte, a costa de una Izquierda Unida arrollada por la fulgurante aparición del partido liderado por Pablo Iglesias y perjudicada tanto por el pacto de Gobierno con el PSOE, como por su posterior ruptura. Destacar también la notable entrada en escena de Ciudadanos, partido clave para la gobernabilidad, excepto si en verdad existe el rumoreado pacto PP-PSOE de dejar gobernar tranquilo al partido más votado de los dos.
Dos últimas notas: UP y D fracasa de nuevo, en buena parte por la manifiesta incapacidad de su líder, Rosa Díez, para captar al votante desencantado o para dejar paso a gente más joven que sea capaz de hacerlo. El último apunte tiene algo de mala leche: no tengo del todo claro que a Pedro Sánchez le haya llenado de gozo la clara victoria de Susana Díaz.