THE WRONG ARM OF THE LAW. 1963. 92´. B/N.
Dirección: Cliff Owen; Guión: Ray Galton, Alan Simpson y John Antrobus, basado en la adaptación hecha por John Warren y Len Heath de la historia original de Ivor Jay y William Whistance Smith; Dirección de fotografía: Ernest Steward; Montaje: Tristam Cones; Música: Richard Rodney Bennett; Dirección artística: Harry White; Producción: Aubrey Baring, para Robert Velaise Productions- Romulus Films (Gran Bretaña).
Intérpretes: Peter Sellers (Pearly Gates); Lionel Jeffries (Inspector Fred Nosey Parker); Bernard Cribbins (Nervios O´Toole); Davy Kaye (King); Nanette Newman (Valerie); Bill Kerr (Jack Coombes); Ed Devereaux (Bluey May); Reg Lye (Reg Denton); John LeMesurier, Graham Stark, Martin Boddey, Irene Browne, Michael Caine, Dennis Price.
Sinopsis: A Pearly Gates, en apariencia un modisto de la alta sociedad, y en verdad el jefe de los ladrones de guante blanco de Londres, empiezan a torcérsele las cosas cuando los botines de los robos que planea van a parar a una banda de delincuentes que actúan disfrazados de policías.
Esta poco conocida película es una deliciosa comedia inglesa protagonizada por uno de los grandes cómicos de la historia del cine, Peter Sellers. El camaleónico actor interpreta a un sofisticado ladrón que tiene un negocio-tapadera harto lucrativo: modisto oficial de las damas de la clase alta londinense. Sin embargo, bajo el aspecto de un amanerado diseñador de origen francés, Pearly Gates es uno de los jefes del hampa londinense, que planifica unos brillantes robos y contrata a los mejores profesionales del gremio para ejecutarlos. Todo marcha bien hasta que entra en escena una banda de ladrones desconocida hasta entonces, cuyos miembros conocen hasta los más mínimos detalles de los golpes planificados por Pearly y, una vez consumados los robos, se quedan con el botín haciéndose pasar por policías. La situación se complica tanto para los ladrones de toda la vida que al final deciden colaborar con Scotland Yard para conseguir que la policía desarticule a la banda rival.
El honrado gremio del robo es una buena película, divertida y hecha con buen gusto, que bebe tanto de los clásicos del cine de atracos perfectos como Rififí como de las grandes comedias de la Ealing de la década de los 50. Uno de los gags más brillantes del film, por cierto, tiene mucho que ver con el cine: para adiestrar mejor a los ejecutores de sus planes delictivos, Pearly Gates organiza para ellos sesiones de cine-forum con pases de las mejores películas sobre atracos. Así de metódico es este hombre, todo un gentleman de los robos a quien sólo la belleza de su novia consigue nublarle el entendimiento. Gates es el número uno de los criminales… hasta que la banda de los policías disfrazados, que sin duda tiene un topo en su organización pues se anticipa a todos sus movimientos, se interpone en su camino. ¿Cómo detenerles y volver al antiguo y glorioso statu quo? En una reunión del sindicato del crimen que recuerda mucho a la que Fritz Lang ideó para M: El vampiro de Düsseldorf, a Pearly le viene a la mente el plan que lo solucionará todo: su organización diseñará, conjuntamente con los más bien torpes mandos de Scotland Yard, encabezados por el inspector Parker, un atraco-trampa para atrapar a los intrusos. Evidentemente, el plan está muy lejos de ser perfecto y su ejecución dará lugar a todo tipo de situaciones de lo más descacharrante.
Este film, quizá el más destacado en la no demasiado distinguida carrera del director Cliff Owen, está concebido con una sola finalidad: la de entretener al espectador y hacerle pasar un rato agradable. Y lo consigue, porque la trama está bien llevada, hay una serie de gags muy logrados (la escena final, por ejemplo, es magnífica), y las actuaciones son muy buenas. No sólo la de Peter Sellers, protagonista absoluto y responsable de momentos tan brillantes como la primera escena que comparte con su novia… a golpe de twist; Lionel Jeffries está divertidísimo interpretando al rematadamente incompetente inspector Parker, y tanto el resto de policías (entre los que está un novato y no acreditado Michael Caine) como los malhechores de uniforme, y los presididos por Pearly, cumplen a la perfección con sus papeles. Humor blanco, una muy loable ausencia de pretensiones, atracos perfectos que salen mal, planes perfectos que salen todavía peor, una puesta en escena sobria y centrada en que la trama resulte ágil, un cómico de primerísima fila, gags de buen nivel… todo eso tiene El honrado gremio del robo. Desde luego, no es poca cosa.