Mucho se está hablando desde hace semanas del cese de la seleccionadora española de natación sincronizada, Anna Tarrés, lo que no está mal para tratarse de un deporte que sólo interesa por las medallas que se consiguen. El trabajo de la seleccionadora ha tenido bastante que ver en la consecución de esos éxitos, pero si una sola cosa de las que han denunciado las quince nadadoras firmantes de la carta pública que ha reabierto la caja de los truenos es cierta, el cese de Anna Tarrés no sólo está justificado, sino que llega muy tarde. Y es preciso preguntarse si vale la pena pagar un precio tan alto por unas medallas que valen muy poco.