Después del tropiezo musical de la semana pasada, nada mejor que asistir al concierto de un buen grupo de jazz de verdad para recuperar las vibraciones positivas. La cita era, cómo no, en el Jamboree, quizá el único lugar de Barcelona en que pueden verse con frecuencia conciertos de notables bandas del jazz internacional a precios asequibles. Antes de eso, trileros, guiris, un tío de casi dos metros recorriendo la Rambla vestido de Minnie Mouse y la recurrente sensación de ser un extranjero en el centro de tu ciudad.
Poco público, y ambiente frío anoche en la sala de la Plaça Reial. Pese a ello, quienes allí fuimos disfrutamos de una muy buena banda de jazz de las que no engañan, las de desmenuzar, deconstruir e improvisar sobre buenas canciones, sean originales (como fue el caso anoche) o standards. Kell, espíritu aventurero en la música y en la vida y cuya carrera solista está muy vinculada a Barcelona, es un contrabajista lírico y preciso, además de un buen compositor, y lleva años trabajando la fórmula del cuarteto sin piano. La banda que le acompaña en esta gira la forman Michael Blake al saxo tenor, Nate Radley a la guitarra y Mark Ferber a la batería, y es una banda notable que, si tiene continuidad y persiste en la línea que lleva hasta el momento, hará discos importantes. Blake es un excelente saxofonista, que tanto puede sonar aterciopelado a lo Ben Webster, o ronco y agresivo en la línea de quienes ha oído mucho y bien a Ornette Coleman. Bradley me recordó mucho en ocasiones, por su toque y la elaboración de sus solos, a un excelente guitarrista llamado Ben Monder, y Ferber es un dechado de solvencia en los tambores. Algunos de los temas interpretados, como Papa Abba, o el nuevo y muy interesante Number Eleven, merecen muchas y atentas audiciones, y el proyecto entero un seguimiento continuado por parte de cualquier seguidor del jazz.
En directo, en Valencia: