DRIVE. 2011. 100´. Color.
Dirección : Nicolas Winding Refn; Guión: Hossein Amini, basado en la novela de James Sallis; Director de fotografía: Newton Thomas Sigel; Montaje: Mat Newman; Música: Cliff Martínez; Dirección artística: Christopher Dandon; Diseño de producción: Beth Mickle; Producción: Michel Litvak, John Palermo, Marc Platt, Gigi Pritzker y Adam Siegel, para Bold Films, Odd Lott Entertainment, Marc Platt, Motel Movies (EE.UU).
Intérpretes: Ryan Gosling (Driver); Carey Mulligan (Irene); Bryan Cranston (Shannon); Albert Brooks (Bernie Rose); Oscar Isaac (Standard Gabriel); Ron Perlman (Nino); Christina Hendricks (Blanche); Kaden Leos (Benicio); Russ Tamblyn (Doc); Jeff Wolfe, James Biberi, Joey Bucaro.
Sinopsis: Los Ángeles. Un joven taciturno y solitario se gana la vida como conductor de élite en atracos y rodajes de cine, al tiempo que trabaja en un taller mecánico y aspira a convertirse en piloto de carreras bajo la supervisión de su jefe, Shannon. Conoce a Irene, una nueva vecina con un hijo pequeño y un marido en la cárcel, de la que se enamora, al tiempo que se ve envuelto en una trama de violencia y asesinatos en la que tendrá que defenderse con esas mismas armas.
Después de muchos años viendo cine, y de los millares de películas que han caído por el camino, reconozco que ver una película en la que mi desconocimiento de la filmografía de su director y de su protagonista es absoluto, me da cierta pereza. Es lo que me ocurría con Drive. Las buenas críticas, así como el premio al mejor director en el pasado festival de Cannes, me hicieron pasar por taquilla. Buena decisión.
Argumentalmente, Drive no inventa la sopa de ajo, que digamos: es otra película de justicieros solitarios, sin nombre ni pasado, que se ven envueltos en una espiral de sangre y violencia y deben sobrevivir y resolver el entuerto siendo tan malos como los malos. Lo que ocurre es que la película está muy bien hecha, resulta creíble y no hace concesiones, y eso la sitúa bastante por encima de la media de calidad de los filmes de venganzas varias. Hay huellas de Tarantino y del David Lynch de Carretera perdida, claros ecos del cine de Leone y de los westerns de Clint Eastwood que siguieron su estela, y el resultado de todo ello no es un pastiche neofascista, sino una obra cinematográfica potente y a ratos muy brillante, en la que lo más reprochable es un uso demasiado caprichoso, y a veces directamente excesivo, de la violencia explícita. Y digo caprichoso porque, si en algunas escenas se sugiere más de lo que se muestra, en otras la cinta prácticamente cae en lo gore. Si hay un criterio a la hora de decidir cuándo hacer lo uno y cuándo lo otro, he de admitir que se me escapa. En cambio, la historia de amor que viven los dos protagonistas sí está narrada con buen gusto. Más allá de esto, es innegable que el director sabe mantener el pulso narrativo y no deja que la tensión decrezca en ningún momento, ni siquiera cuando el protagonista se encuentra en paz junto a la mujer de la que se ha enamorado y a su pequeño hijo. El trabajo de Nicolas Winding Refn a nivel visual es notable, pese a alguna ocasional caída en el efectismo. La película exige credibilidad y nervio en las escenas de acción, y eso no falta. El prólogo está admirablemente resuelto, y hace que el film enganche desde los primeros fotogramas. Después la película se hace más tensa, dura, incluso desagradable, pero jamás desfallece.
Un punto muy a destacar es la interpretación de Ryan Gosling, sobrio y convincente incluso cuando su personaje pasa en cuestión de segundos de la ternura a la crueldad más extrema. Parco en palabras y pródigo en hechos, aprovecha toda la riqueza de un personaje que domina la película de punta a punta y se confirma como un actor muy a tener en cuenta de cara al futuro. El resto del reparto lo integran secundarios de lujo como Ron Perlman e intérpretes muy conocidos por su trabajo en televisión como Bryan Cranston o la exhuberante Christina Hendricks. Me quedo con la protagonista femenina, Carey Mulligan, que responde muy bien en un rol que exige expresividad y ternura, y con un excelente Albert Brooks, que muestra a la perfección cómo las gastan cierta clase de personas cuando son su dinero y su posición los que están en juego.
Muy interesante película, quizá no apta para estómagos sensibles, pero de obligatorio visionado para quienes disfruten del cine de acción que no se queda sólo en eso.