Oficialmente, no ha pasado nada anormal. Que en el principal hospital de la provincia de Girona te diagnostiquen un aneurisma cerebral y te envíen al de la Vall d´Hebron, en Barcelona, es normal; que allí suspendan hasta en dos ocasiones la intervención quirúrgica que puede salvarte la vida, también es normal. Normal en un país subdesarrollado y gobernado por miserables con despacho, claro. La historia de María del Carmen Mesa, su peregrinación por cuatro hospitales catalanes sin que recibiera algo parecido a una atención médica digna hasta que ya fue demasiado tarde, es la historia de una muerte quizá evitable. Sea como sea, es la historia de una gran derrota colectiva, la de todos nosotros. En este país, además de quirófanos y medios técnicos, faltan otras muchas cosas. Y sobra cierta gente que se permite decidir cuánto vale la vida de los demás y puede salir a la calle con una libertad y una seguridad que no merece. Ahora, la pelota está en el tejado de los jueces, que han de elegir entre convertir este caso en una triste excepción, o permitir que, de ahora en adelante, pase a ser una regla amparada en la impunidad.
Sí, pero ya verás entre el corporativismo y el compadreo político, esto va a quedar en agua de borrajas. Yo porque ya tengo el trabajo aquí, pero es que si no me pensaría muy mucho en emigrar al Polo Norte, a hacerme pescador y sondear los 7 mares o directament a hacerme actor porno en Chequia o Hungria, creo que esto podría ser la mejor opción, porque sí se habla mucho de excelencia y tal y cual, pero sólo de boquita, porque con el ejemplo, más que excelencia, lo que se practica es la indecencia. INSIDIAS, usted me està adjudicando INSIDIAS (Mariano dixit…), tralaratralara…
Lo mismo digo, no me largo de aquí por cobardía elemental (algunos la llaman prudencia). De entre sus alternativas viajeras, la de ser actor porno en Chequia me parece la más interesante, sin duda alguna. Indecencia e ignorancia son dos palabras que nunca han dejado de estar de moda por aquí; uno preferiría que nos gobernara directamente Alemania o que viniera una invasión marciana y fuéramos llevados al buen camino por una pandilla de serecillos verdes e inteligentes. Mientras eso ocurre, espero al menos que este caso, que no se trata de una simple negligencia médica, sino de algo mucho más triste aún y de mayor calado, se resuelva por una vez de una manera más justa que deprimente.Temo que no será así, en cuyo caso vayan haciéndome un sitio en las barricadas.