En el interesante blog sobre gastronomía que Mikel López Iturriaga tiene en El País, hay un apartado dedicado a la comida viejuna (término original de los chicos de Muchachada Nui), es decir, a aquellos platos que en su día surgieron de los restaurantes de postín, arrasaron después en todo tipo de establecimientos hosteleros y cayeron por fin en el olvido más absoluto. Y creo que estas historias de auge y caída no se limitan en nuestra sociedad a lo gastronómico, sino que ocurren en casi todos los ámbitos de la vida, desde los más triviales a los más profundos.
El esquema sería el siguiente: un día, una mente privilegiada y con mucho tiempo libre para inventar cosas crea algo y lo divulga entre su círculo de allegados, que pasan a ser algo así como los happy few stendhalianos. Entre ellos habrá algún crítico, especialista, experto o similar que desde su foro hará saber al resto de los mortales que es de los pocos elegidos que puede disfrutar de ese fenómeno tan rompedor. Pocas cosas joden tanto al resto de los mortales que ver cómo otros van a orgías mientras ellos se la cascan en casa, así que el producto (vamos a llamarlo así, porque hoy en día casi todo lo es) se comercializa o difunde para un público mucho más amplio, lo que tiene dos consecuencias básicas: que su calidad bajará, porque para que el invento llegue a muchas bocas se ha de bajar el listón y no ir por ahí hundiendo cerebros o bolsillos, y que los happy few del principio despreciarán su antiguo objeto de deseo porque sólo adoran lo que tienen mientras los demás carezcan de ello y la plebe les mire con envidia. Cuando los árbitros del buen gusto se cansan de algo, pronto lo que era estiloso se convierte en hortera, el fenómeno de hoy es el olvidado de mañana, y la fiesta vuelve a empezar desde el principio con un nuevo invento. No sé si la gastronomía imita a la vida o viceversa, pero creo que la mejor forma de no pasar de moda es no estarlo nunca. Y la rueda jamás se detiene, pues cuando las mentes privilegiadas ya no inventan un carajo, siempre nos queda el revival.