MIES VAILLA MENNEISYYTTÄ. 2002. 97´. Color.
Dirección: Aki Kaurismaki; Guión: Aki Kaurismaki; Dirección de fotografía: Timo Salminen; Montaje: Timo Linnasalo; Música: Miscelánea. Canciones de Poutahaukat, The Renegades, Blind Lemon Jefferson, etc.; Dirección artística: Markku Pätilä; Producción: Aki Kaurismaki y Eila Werning, para Sputnik- YLE- Pandora Filmproduktion-Pyramide Productions (Finlandia-Alemania-Francia)
Intérpretes: Markku Peltola (M); Kati Outinen (Irma); Juhani Niemelä (Nieminen); Kaija Pakarinen (Kaisa Nieminen); Sakari Kuosmanen (Anttila); Anniki Tähti, Anneli Sauli, Elina Salo, Outi Mäenpää, Esko Nikkari, Janne Hyytiäinen, Antti Reini.
Sinopsis: Nada más bajar de un tren, un hombre recibe una paliza y pierde la memoria. Una vez recibida el alta, es acogido por una familia pobre de la periferia.
Consagrado como uno de los autores con más tirón del cine europeo, Aki Kaurismaki inauguró el milenio, en lo que a largometrajes se refiere, con Un hombre sin pasado, obra que desde su estreno ha sido vista como una de las más emblemáticas, y también de las mejores, del director finlandés. Gran Prenio del Jurado en el festival de Cannes, la película tuvo una carrera internacional estelar, llegando a ser nominada al Óscar al mejor film de habla no inglesa.
Aki Kaurismaki representa la palmaria demostración de que en esa frase que dice que los cineastas con estilo siempre ruedan la misma película, hay mucho de cierto. Autor autorreferencial por antonomasia, Kaurismaki consiguió con Un hombre sin pasado un film que, al tiempo que representa un compendio de su forma de concebir el arte, es a la vez uno de sus exponentes más perfectos. Un hecho que se repite en varias de sus películas, que el protagonista reciba una brutal paliza por parte de unos desconocidos, es aquí el punto de partida de la historia. Nada sabemos acerca de quién es ese hombre, y nada sabrá él después de recuperar la consciencia de una forma casi milagrosa, porque la violencia de los golpes ha hecho desaparecer todos los recuerdos de su mente. Convertido a su pesar en la quintaesencia del ser errante, este hombre no tendrá otra salida que recurrir a la caridad. En primera instancia, se la brinda una familia que vive en una caravana aparcada en el extrarradio, formada por un hombre con tendencia a abusar del alcohol y una mujer voluntariosa que se enfrenta a la pobreza sin victimismos. Más adelante, recibirá el apoyo de una organización benéfica cristiana que opera en la zona. Entretanto, el hombre recupera muy poco a poco sus recuerdos, pero a retazos y sin capacidad de responder a las preguntas fundamentales: quién es, a qué se dedica y qué le ha llevado a ese lugar desde el que empieza de cero.
Un hombre sin pasado tiene un mensaje claro, como es la apología de la solidaridad hacia y entre los desheredados, pero que nadie piense que Aki Kaurismaki es un cineasta de tesis. El finlandés lo hace todo bajo sus particulares normas, en las que incluso la ternura o el romanticismo se muestran de manera inequívoca desde un ángulo lacónico y socarrón. Como ejemplo, el hecho de que el homenaje al malogrado Matti Pellonpaa, protagonista de algunas de sus películas que había fallecido unos años antes, sea el plano de una foto suya enmarcada en un bar es a la vez un tributo sincero y un golpe de humor finlandés. Los personajes principales de las películas de Kaurismaki suelen llevar existencias deprimentes que soportan, con mejor o peor talante, gracias a un cóctel formado por el tabaco, el alcohol y la música, que siempre aporta elevadas dosis de terapéutica vitalidad frente al tono grisáceo del entorno. Otra manera de sobrellevar los golpes de la vida es el amor, que en esta ocasión florece entre el hombre sin recuerdos y una voluntaria de la entidad benéfica. Ni qué decir tiene que el romance entre ambos se representa con el minimalismo marca de la casa, aunque en esta ocasión el factor que lo altera no es interno, pues la relación crece sin altibajos, sino exterior: la involuntaria intervención del protagonista en el atraco a un banco (secuencia en la que se aprecia con claridad el apego de Kaurismaki por el humor absurdo) hace que su rostro aparezca en los medios de comunicación y que a partir de ahí su pasado quede al descubierto.
La inconfundible y notable iluminación de Timo Salminen es otro elemento que nos revela en cuestión de segundos que estamos ante un film dirigido por Aki Kaurismaki. Siendo un técnico que brilla mucho en los interiores, en este caso su trabajo destaca también por escenas rodadas en el exterior, y pienso en la del baile de los mendigos al compás de la música de un grupo al que el protagonista ha convencido para modernizar los himnos que suele interpretar en pùblico. En este punto también se comprueba que la visión que tiene el director de las clases más desfavorecidas es un punto ingenua, pero es la suya, y tampoco hay que olvidar que muchas películas de Kaurismaki, entre ellas la que nos ocupa, tienen algo de cuento urbano posmoderno. Como de costumbre, planos cortos, montaje seco y diversas pruebas de que, incluso rodando escenas musicales, o esas transiciones melódicas tan en boga desde la época del videoclip, estamos ante un cineasta distinto a los demás… salvo a Jim Jarmusch, con quien le une una conexión casi cósmica.
Markku Peltola, actor y músico familiarizado con la troupe de Kaurismaki, asumió aquí uno de los escasos roles protagónicos de una carrera que se vio bruscamente interrumpida por su fallecimiento, pocos años más tarde del estreno de Un hombre sin pasado. Con su punto de desvalimiento metido dentro de un corpachón, Peltola se antoja ideal para dar vida a un hombre que de un plumazo lo pierde todo, pero que ni siquiera es consciente de lo que ha perdido. Su resurgimiento tiene lugar gracias a la generosidad de otros, pero él, a su vez, ejerce sobre ellos una influencia positiva, incluso un punto beatífica, como corresponde a un forastero que mejora el entorno al que llega, tema este intemporal en el cine y la literatura. El de Kati Outinen es, con seguridad, el rostro femenino más visto en las películas de Kaurismaki, gracias a las que esta brillante actriz ha conseguido sus trabajos más importantes. De todos ellos, este sea probablemente el mejor, en el papel de una mujer tímida e introvertida, que conoce bien la compasión hacia el prójimo, pero no el amor romántico, que experimenta gracias a un hombre que llega hasta ella en situación de desamparo. También premiada en Cannes gracias a esta película, Outinen la hace a su vez mejor con su desempeño. Del resto, bien Juhani Niemela en la que fue su primera aparición en un film de Aki Kaurismaki, y nota alta para dos clásicos como Kaija Pakarinen y Sakari Kuosmanen. Excelente Esko Nikkari como improbable atracador de bancos.
Como detalle no tan anecdótico como parece, recordar que, cuando recibió el premio en Cannes por Un hombre sin pasado, Kaurismaki se dio las gracias a sí mismo, hizo lo mismo con el jurado, y se marchó del escenario sin decir nada más. Así es él. Y esta es una de sus mejores películas.