Como la cosa sólo dura hasta el domingo, he formado parte con alegría de una pequeña expedición familiar al Caixaforum, para visitar la exposición Rubens y los artistas del Barroco, compuesta por obras del mencionado pintor y de otros artistas flamencos contemporáneos, provenientes en su totalidad del Museo del Prado. Al margen de pinturas emblemáticas como El juicio de Paris, que tantos comentarios ha merecido a lo largo de los siglos, la exposición se compone de trabajos de mérito que, en muchas ocasiones, pasan desapercibidos para los visitantes de la mastodóntica pinacoteca madrileña, que se han podido contemplar en la capital catalana desde la pasada primavera.
La exposición, compuesta por aproximadamente sesenta piezas, se divide en siete espacios: Pasiones divinas, Imagen y contrarreforma, La creación arrebatada, Mecenazgo y coleccionismo, Arte y propaganda, Rostros y personalidades y, por último, Dentro y fuera y Naturaleza muerta, naturaleza viva. Es cierto que, en realidad, obras de Rubens hay pocas, pero se trata más bien de explorar la influencia que el artista nacido en el entonces Sacro Imperio Romano Germánico tuvo entre sus coetáneos y discípulos, algunos de los cuales fueron también pintores notables. Confieso que el Barroco es una de mis debilidades artísticas, no sólo en lo que a la pintura se refiere, y siempre he sido aficionado a la sensualidad y la manera de captar el movimiento de Rubens. Otro de mis favoritos de la época es Jan Brueghel el Viejo, de quien podemos ver distintas obras, entre ellas alguna realizada en colaboración con Rubens, como el retrato de la infanta Isabel Clara Eugenia, que destaca por la gravedad en la expresión de la soberana de los Países Bajos. De la belleza y complejidad de otras obras del autor, como Alegoría de la Vista, que a su vez incluye la reproducción de La Bacanal, de Rubens, no hay mucho más que decir. También se pueden disfrutar obras de discípulos de Rubens, como Jordaens (Tres músicos ambulantes), o de otro de los grandes del Barroco por derecho propio, Van Dyck (La Piedad).
Por último, y a modo de curiosidad, decir que la exposición se inicia exhibiendo una serie de objetos con los que Rubens trabajó, incluyendo pinturas, y de otras reliquias de la época, como un yelmo, para que el visitante tenga claro que va a introducirse en una etapa histórica y artística bien distinta a la actual. En fin, que a falta del Prado, bueno es visitar Rubens y los artistas del Barroco.