STEWART. 2022. 89´. Color.
Dirección: Patrick Mark; Guión: Patrick Mark; Dirección de fotografía: Simon Niblett; Montaje: Shawn Tracey; Música: Chris Roe; Producción: Gareth Dodds, Sarah Bayntun y Patrick Mark, para Mark Stewart Productions (Reino Unido).
Intérpretes: Jackie Stewart, Helen Stewart, François Cevert, Jochen Rindt, Nina Rindt, Emerson Fittipaldi, Stirling Moss, Graham Hill.
Sinopsis: Biografía del triple campeón del mundo de Fórmula 1 Jackie Stewart.
Visto que varios de los documentales rodados por Patrick Mark a lo largo de su trayectoria tienen como tema el automovilismo, su elección como director de la biografía de uno de los pilotos más reconocidos de la Fórmula 1 se antoja de lo más lógica. Mark ofreció un largometraje funcional, aunque digno, orientado a los aficionados a las carreras de coches, pero con elementos que pueden interesar a personas ajenas a ese mundo.
Desde sus mismos inicios, la película nos informa, en boca del propio biografiado, que una importante del éxito obtenido por Jackie Stewart como piloto se debe a un fracaso educativo. Niño con enormes dificultades de aprendizaje, que recuerda sus años de infancia como los peores de su vida, el joven Jackie dejó la escuela sin haber aprendido a leer y escribir correctamente. Dado que sus padres tenían un taller de coches en su Escocia natal, allí fue donde el futuro campeón dio sus primeros pasos en el mundo del trabajo. Y en el de las carreras, dado que su primer mentor era cliente del establecimiento. Pronto se vio que Jackie, a quien hasta el momento todos habían considerado tonto, tenía un don especial para las carreras, y él, para sacarse ese compejo de inferioridad que había tenido desde siempre, trabajó con denuedo para hacer lo que nunca había hecho: sobresalir. Y a fe que lo consiguió: sus excelentes resultados en categorías inferiores le llevaron a la Fórmula 1, donde, al frente de la escudería capitaneada por Ken Tyrrell, ganó casi la tercera parte de las carreras que disputó y fue tres veces campeón mundial antes de retirarse cuando estaba en la cima.
Patrick Mark estructura el relato a través de las palabras de Stewart, recogidas en diversas entrevistas, y las de su esposa, Helen, con quien lleva más de seis décadas de feliz matrimonio. A nivel visual, se intercalan imágenes de archivo de la carrera profesional de Stewart con otras más recientes, en las que el campeón escocés, que nunca se ha desvinculado de la Fórmula 1, es agasajado por pilotos y aficionados en diferentes circuitos. Estas secuencias, al margen de demostrar cómo el campeonato automovilístico más importante del mundo reverencia a sus antiguos ídolos, no tienen especial interés, y marcan los momentos más bajos de la película. En cambio, las imágenes de Stewart en competición nos revelan cuánto ha cambiado la Fórmula 1 desde aquellos años: de ser un campeonato casi para suicidas, en el que las medidas de seguridad brillaban por su ausencia (el film subraya que Stewart fue el primer piloto que presionó con éxito para incrementar la seguridad en los circuitos), ha pasado a ser un certamen en el que resulta imposible ver una carrera en mojado. Otro aspecto a subrayar es que Jackie Stewart fue un rara avis en lo que se refiere a la relación con sus compañeros de equipo: en un mundo furiosamente egoísta, en el que la rivalidad entre pilotos de la misma escudería (lo otro se podría considerar normal) se lleva muchas veces al terreno del puro infantilismo, el escocés fue un gran amigo de dos de sus compañeros, ambos víctimas de la falta de seguridad en los circuitos: el austríaco Jochen Rindt, campeón mundial a título póstumo en 1970, y el frances François Cevert, cuyo accidente mortal tuvo lugar en la última carrera disputada por un Jackie Stewart que había decidido mantener en secreto hasta entonces su decisión de retirarse una vez conseguido el campeonato de pilotos de 1973, el tercero de su meteórica trayectoria. Muchos años después, Stewart se conmueve al recordar a sus grandes amigos fallecidos.
Se echa en falta una aproximación menos superficial a lo que fue la vida de Jackie Stewart una vez retirado de la competición, pero sí se entra en un detalle clave: el diagnóstico de dislexia severa que recibió a los 43 años, y que demostraba que en sus problemas de aprendizaje (ni su propia esposa era consciente de que Jackie apenas era capaz de entender lo que leía) había una razón de peso que hasta ese momento no fue desvelada.
Stewart, en lo técnico, es tan aplicado y solvente como cabría esperar de un trabajo de esta naturaleza, pero carece de brillantez y estilo propio, así como de perspectiva: salvo en unas divertidas imágenes de archivo de Graham Hill, apenas podemos saber lo que sus competidores directos pensaban de Jackie Stewart, gran leyenda viva de la Fórmula 1. No obstante, los aficionados vibrarán con las imágenes de archivo de las carreras, y quienes no lo sean verán una buena historia de amistad y superación personal.