LUCKY. 2017. 88´. Color.
Dirección: John Carroll Lynch; Guión: Logan Sparks y Drago Sumonja; Director de fotografía: Tim Suhrstedt; Montaje: Slobodan Gajic; Música: Elvis Kuehn; Diseño de producción: Almitra Corey; Producción: Ira Steven Behr, Danielle Renfrew, Greg Gilreath, Adam Hendricks, Richard Kahan, John D. Lang, Logan Sparks y Drago Sumonja, para Superlative Films-Divide/Conquer (EE.UU).
Intérpretes: Harry Dean Stanton (Lucky); David Lynch (Howard); Ron Livingston (Bobby Lawrence); Ed Begley, Jr. (Médico); Tom Skerritt (Fred); Barry Shabaka Henley (Joe); James Darren (Paulie); Beth Grant (Elaine); Yvonne Huff Lee (Loretta); Hugo Armstrong (Vincent); Bertila Damas (Bibi); Pamela Sparks, Ana Mercedes, Sarah Cook, Amy Claire.
Sinopsis: Lucky es un nonagenario, veterano de la Segunda Guerra Mundial, que vive en un pueblo semidesértico próximo a la frontera mexicana.
En Lucky, un actor secundario de primera categoría se puso detrás de las cámaras para dirigir la última película de uno de los intérpretes de carácter más legendarios del cine norteamericano. John Carroll Lynch, cuyo rostro hemos visto en infinidad de películas y series de televisión, varias de ellas de primer nivel, debutó en la dirección asumiendo un proyecto urdido por Logan Sparks y Drago Sumonja, personajes asociados a la última etapa de la carrera de Harry Dean Stanton que decidieron rendir tributo al actor de la mejor manera posible: con un testamento fílmico en toda regla que, desde la sencillez, logró cautivar a audiencias de todo el mundo.
Los artífices de Lucky incluyen en los créditos de la película ese texto tan archiconocido que nos avisa de que estamos ante una obra de ficción y que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. No recuerdo demasiadas veces en las que esas palabras hayan tenido tan poco sentido, no sólo por la autenticidad que derrocha el film, sino por su evidente carácter biográfico. El protagonista, una persona en la última etapa de su vida que conserva su autonomía y es capaz de mantener sus rutinas diarias, tiene tanto en común con la persona que lo interpreta que carece de sentido intentar disociarlos. Stanton nació en Kentucky, es un veterano de las batallas del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial, ama el tabaco, los concursos televisivos y la música mexicana. Exactamente como Lucky. En ningún momento se dice que ese hombre haya sido actor, pero tampoco se informa respecto a qué había hecho el personaje para ganarse la vida.
Por poco inglés que se sepa, no demasiada gente ignora que la traducción castellana más exacta de lucky es afortunado. El protagonista del film lo es en grado sumo, porque ha logrado alcanzar los noventa años de edad pudiendo permitirse vivir solo y tener la cabeza en su sitio, a pesar de su notable afición por los cigarrillos. Su día a día es siempre el mismo: se levanta tarde, realiza diversos ejercicios, se asea y camina hasta la cafetería del pequeño pueblo en el que reside. Allí tertulia con los empleados y resuelve el crucigrama del periódico. Después acude a un colmado, que regenta una mujer mexicana, para comprar leche y tabaco, y regresa a su hogar para ver distintos concursos en la televisión. Por la noche, acude al bar de Elaine para departir con la clientela y tomar su bebida favorita, el bloody Mary. Un día, se cae en su casa sin motivo aparente y visita al médico, circunstancias ambas que le colocan ante el hecho ineludible de la muerte.
Dentro de la descripción de las rutinas de su protagonista, la película está compuesta de retazos, muchos de ellos conmovedores. La historia del ruiseñor es, al parecer, autobiográfica, y el propio Harry Dean Stanton la explicó a sus allegados. Asimismo, su interpretación en la fiesta de cumpleaños de la celebérrima Volver, volver se relaciona con dos rasgos típicos del actor: su pasión por la música mexicana, que el personaje escucha en la radio desde que se despìerta, y sus dotes como cantante. Es importante resaltar que el film trasciende no sólo lo anecdótico, sino lo personal: a través del testarudo Lucky/Dean Stanton, y de algunos secundarios muy interesantes, el espectador se ve a sí mismo, o a algunos seres queridos. Por ejemplo, la película muestra a la perfección cómo se afronta desde el ateísmo no sólo la idea, sino también la inevitabilidad de la muerte. De una forma sencilla, sin despliegues metafísicos, pero real hasta lo punzante. También se subraya la importancia de ser uno mismo hasta el final, sin pisar a nadie, ni dejarse pisar. El guión no juega la carta de la trascendencia, y quizá por ello acaba alcanzándola.
John Carroll Lynch retrata la decrepitud física de Harry Dean Stanton sin apartar la vista, pero a la vez sin recrearse en una circunstancia tan inexorable como la muerte. Su cámara se mueve al cadencioso ritmo del protagonista de un film al que le cuadra a la perfección el calificativo de crepuscular. Tanto su marco geográfico como la naturaleza del protagonista la aproximan al western, aunque no estemos ni por asomo ante una película de género. El veterano Tim Suhrstedt filma los áridos paisajes con mirada naturalista, algo que la obra demanda desde el primer fotograma. Por su parte, la banda sonora de Elvis Kuehn opta por la discreción, cediendo el primer plano frente a la intensidad emocional de las canciones mexicanas que escuchamos a lo largo de la obra.
Harry Dean Stanton no llegó a ver estrenada la película, pues falleció pocas semanas despuñes dle final del rodaje. Estaría orgulloso del resultado, me atrevo a decir. Su Lucky es un individuo independiente, pero no misántropo, que a pesar de sus excentricidades respeta a la gente (incluso termina haciéndolo con ese individuo que se gana la vida con la burocracia de la muerte) y se gana el cariño de muchos de sus vecinos. Stanton es la película, y el vínculo emocional que establece con el espectador no es en absoluto ajeno al éxito de la propuesta. Un viejo amigo de Harry Dean Stanton, el recientemente fallecido director David Lynch, aporta el toque surrealista en el papel de Howard, un cliente habitual del bar al que Lucky acude por las noches, y con quien departe sobre lo divino y lo humano. Siempre rayando en lo absurdo, pero el personaje de Lynch dice mucho más sobre la relación entre los seres humanos y sus mascotas (en su caso, un galápago con ansias de libertad) que muchos sabelotodos y cazadores de likes que pululan por internet. El eficaz Ron Livingston asume un papel ingrato, pero le sabe dar la vuelta aportando buen hacer a los diálogos que le brinda el libreto, y Ed Begley, Jr. da una lograda réplica a Stanton en la impagable secuencia en la que el protagonista visita al médico después de su caída. Tom Skerritt, que figuró junto a Harry Dean Stanton en el reparto de Alien, da vida al veterano de guerra que está de paso en el pueblo, y otra ilustre veterana, Beth Grant, se luce en el papel de la dueña del bar. Barry Shabaka Henley imprime a su personaje un plus de bonhomía, y la televisiva Bertila Damas pone rostro amable a un colectivo tan denostado como los mexicanos que viven y trabajan al otro lado de la frontera.
Lucky está planteada más como un tributo que como una feel good movie, algo que acaba siendo porque, desde un intachable trabajo cinematográfico, nos muestra a una persona en paz con la vida en el final de sus días. Quienes no la hayan visto, deberían hacerlo.