TAIYO NO OJI: HORUSU NO DAIBOKEN. 1968. 82´. Color.
Dirección: Isao Takahata; Guión: Kasuo Fukazawa; Dirección de fotografía: Yukio Katayama y Jiro Yoshimura; Montaje: Yutaka Chikura; Música: Michio Mamiya; Dirección artística: Mataji Urata; Producción: Hiroshi Okawa, para Toei Animation (Japón).
Intérpretes: Hisako Okata (Voz de Hols); Mikijiro Hira (Voz de Grunwald); Etsuko Ichihara (Voz de Hilda); Eijiro Tono (Voz de Ganko, el herrero); Masao Mishima (Voz del alcalde); Yasushi Nagata (Voz de Drago); Hisashi Yokomori (Voz del padre de Hols/Voz de la lechuza); Tadashi Yokouchi (Voz del Gigante de Piedra); Noriko Ohara (Voz de Chiro); Yoshiko Asai, Hiroshi Kamiyama, Tokuko Sujiyama, Asako Akazawa, Yuriko Abe.
Sinopsis: En plena agonía, el padre de Hols le pide a su hijo que vuelva al pueblo del que él huyó muchos años atrás, luego de que fuese destruido por el malvado Grunwald.
Es preciso señalar, también respecto a los directores de cine, que las cosas no son como empiezan, sino como acaban. En el caso de Isao Takahata, considerado hoy sin discusión como uno de los grandes nombres del anime, su carrera profesional tuvo unos inicios bastante accidentados, pues su primer largometraje, Hols y la princesa encantada, fue ignorado por su compañía productora, Toei Animation, lo que se tradujo en un rotundo fracaso en taquilla que, sin embargo, no impidió que muy pronto fuera reivindicado por el público juvenil y que se ganara con justicia la reputación de ser el primer anime moderno. Dicho lo cual, hubieron de pasar muchos años para que los éxitos televisivos internacionales de Takahata hicieran posible que la película pudiera ser vista fuera de Japón.
Hols y la princesa encantada se basa en un drama inspirado en leyendas nórdicas, concebido para ser representado en el teatro de marionetas obra de Kasuo Fukazawa, quien asimismo se encargó de la escritura del guión. El film supuso la primera colaboración entre Isao Takahata y Hayao Miyazaki, quienes muchos años más tarde fundaron el legendario Studio Ghibli. Por ello, puede verse hoy como una temprana plasmación de unas constantes que desde hace tiempo forman parte de la cultura popular a escala planetaria. No sólo las técnicas de animación, aquí ya a cargo de Miyazaki, son inconfundibles, sino que a nivel temático ya aparecen rasgos característicos, muchos de los cuales tuvieron mucho que ver en que el anime interesara, además de al público juvenil, a un significativo porcentaje de las audiencias adultas: protagonista preadolescente enfrentado a un enorme desafío que le hace crecer y madurar, amor por la naturaleza, animales que son decisivos compañeros de los protagonistas, personajes femeninos fuertes y enfrentamiento con fuerzas maléficas que amenazan la paz. En esta ocasión el protagonista es Hols, un muchacho que vive en una isla con la única compañía de su padre enfermo. Ya en su lecho de muerte, el hombre le pide a su hijo que vuelva al lugar del que él escapó, para vivir allí junto al resto de los hombres. Sucede que Grunwald, el mismo diablo cuyo poder destructor provocó la huida del padre de Hols, continúa ejerciendo su perverso poder y sembrando la discordia entre los humanos. Durante su travesía, en la que le acompaña el fiel oso Coro, el protagonista conoce a una bella joven que, no obstante, oculta un gran secreto.
Muchos de los tesoros que luego nos llegarían a través de Ghibli estaban aún por pulir, y los talentos de Takagata y Miyazaki por desarrollarse, pero esta obra primeriza tiene momentos fantásticos, como el enfrentamiento inicial entre Hols y la jauría de lobos, rematado con la primera e imponente aparición del Gigante de Piedra, o las apariciones de Grunwald, ente diabólico de voz sepulcral cuyo poder se acentúa mediante el empleo de planos contrapicados. El aspecto más cuestionable de la película son, a mi juicio, las canciones que se suceden a lo largo del metraje pues, salvo contadas excepciones, y al margen de que están justificadas en el guión porque ensalzan la capacidad de Hilda para cautivar a quienes las escuchan, son ñoñas y ralentizan el ritmo de un relato que, al margen de esto, es lo suficientemente poderoso como para captar y mantener la atención del público infantil. Es llamativa la forma de presentar a los líderes de los humanos, de naturaleza intrigante y fácilmente manipulables por las fuerzas del mal. En los jóvenes recae la esperanza o, en el caso del personaje de Hilda, la posibilidad de redención, algo que a esas alturas está fuera del alcance de los adultos. Otra seña de identidad de Ghibli, el cromatismo vivo y atractivo a los ojos, se encuentra también en esta película, que al tiempo que traslada a Japón trazos típicos de los films de animación estadounidenses, es decir, de la factoría Disney, propone un enfoque más moderno, todavía en pañales, pero que acabó generando una auténtica revolución que explotó en primer lugar en la pequeña pantalla, y que aupó al país del Sol Naciente al liderazgo en este género. Considero que en el film hay un abuso en el empleo, es probable que por razones presupuestarias, de fotos fijas superpuestas en las escenas de acción, recurso que, como otros tantos presentes en esta obra, sería explotado a conciencia en el anime posterior.
Hisako Okata, una joven actriz por entonces en los inicios de su carrera, fue la encargada de prestar su voz a Hols, el niño protagonista. Ella es capaz de transmitir la energía de su personaje, por lo que cumple con su principal cometido. Mucha más experiencia tenía Mikijiro Hira, que compone con acierto un Grunwald de voz cavernosa y terrorífica. Por su parte, Etsuko Ichihara ya había ejercido como secundaria en algunas películas importantes. Aquí debe asumir el rol más difícil, no sólo por los cambios emocionales que afectan a su personaje, sino por las canciones que debe interpretar. Su trabajo es con seguridad el más valioso de todo el reparto, aunque también cabe destacar a un ilustre veterano como Yasushi Nagata, que presta su voz a Drago, un ser humano siempre dispuesto a conspirar. Y hablando de nombres emblemáticos de la escena japonesa, nota alta también para Eijiro Tono, secundario de lujo presente en muchas de las obras maestras de esa cinematografía.
Este proto-Ghibli que es Hols y la princesa encantada, no sólo posee valores enciclopédicos, pues su estética y su esquema narrativo han sido muy influyentes en el anime posterior, sino que también merece ser apreciado como testimonio primerizo del talento de Isao Takahata y Hayao Miyazaki, dos leyendas del cine.