Empezaré diciendo que comparto absolutamente la decisión de Antonio Muñoz Molina de aceptar el premio Jerusalén, así como los argumentos que ha esgrimido para justificarla, a mi parecer incuestionables pese a las presiones recibidas. Respecto a quienes defendían el boicot, no hablaré de izquierda antisemita (aunque haberla, hayla; quienes silbaron a la cantante israelí Noa hace unas cuantas Diadas no son sólo parte de ella, sino unos seres de una estupidez vergonzante), sino de gente o muy ingenua, o muy malintencionada, pues deberían tener claro que, en última instancia, están defendiendo y justificando a terroristas que en el fondo les preferirían muertos.